jueves, 20 de mayo de 2010

Sátira de nuestros 200 añitos :D

Sátira Del Bicentenario

En 1810, las comunicaciones eran un desastre. Alguien mandaba un chasqui a la jabonería de Vieytes para ver
cómo iban los preparativos de la revolución, y le llegaba al propio virrey. Si alguien iba al Cabildo a quejarse, un secretario automático decía: “Usted se ha comunicado con el Virreinato del Río de la Plata. En estos momentos no podemos atenderlo porque el ex virrey Sobremonte ha escapado con los fondos del gobierno, el virrey Cisneros está muy preocupado porque el pueblo no lo quiere y el ejército lo abandona, y el resto del gobierno está buscando fondos sin encontrarlos ya que Sobremonte no ha dejado ni un puto maravedí. Volved a intentarlo de aquí a seis años”.
El 25 de mayo el pueblo quiere saber de qué se trata... la Primera Junta asume que asume, el virrey asume que renuncia. Nuevas ideas liberales habían aparecido con fuerza en el mundo occidental: todos los hombres son iguales ante la ley, independientemente de su origen, su dinero o el tamaño de su miembro.
Después de la Revolución de Mayo, fueron las diferencias entre Saavedra y Moreno las que dividieron a la población en dos bandos irreconciliables: los morenistas sostenían que Moreno era un fiel representante de las nuevas ideas europeas y que Saavedra, no. Los saavedristas pensaban exactamente lo mismo. Inauguraban así la segunda tradición nacional: el pensar exactamente lo mismo, sin estar jamás de acuerdo.
Empezaron a pulular en Buenos Aires una serie de sociedades secretas, entre ellas, la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica. La actividad política “secreta y conspirativa” era tan común en Buenos Aires que si alguien no se reunía a conspirar, era considerado sospechoso. “En algo raro debe andar, si no anda en nada raro.”
La Asamblea del año XIII, que se reunió en 1813, decretó la libertad de vientres. Los asambleístas aclararon que la libertad de vientres se refería a los negros. Y que “libertad de vientres” significaba que los negros que nacieran en adelante no serían esclavos, lo que generó el rechazo de los negros, porque todos los que estaban ya habían nacido. En la Asamblea primaban las nuevas ideas, conocidas como “nouvelles idées françaises”: la división de los poderes (Montesquieu), la soberanía popular (Rousseau) y la cocina con menos crema (Chantilly).
San Martín y Belgrano se encontraron en Yatasto en enero de 1814. Se abrazaron y hablaron del pasado Compartido (o sea que la conversación fue muy breve, ya que San Martín había pasado su vida combatiendo en España y Belgrano, ejerciendo su profesión en Buenos Aires).
En 1816 se reuniría un Congreso en Tucumán que sería trasmitido para Buenos Aires en diferido. Luego de muchas discusiones, se llegó a un amplísimo acuerdo: se declararía o no la independencia, el 9 de julio o algún otro día. Así se declaró la independencia de España, el 9 de julio. Luego se agregó: “y de toda otra dominación extranjera”. Esta expresión fue muy importante, porque si no, cada vez que una potencia, imperio o turista extranjeros quisieran dominarnos, iba a ser necesario otro congreso para que decidiera si aceptábamos depender de ellos. El deán Funes publica el primer libro de historia argentina: había muchas cosas sobre las que tampoco se podía escribir.
Miren si cuando el Libertador llega a Chile los realistas lo estaban esperando porque “lo leyeron en el libro del deán Funes”.
El teatro, instalado en Buenos Aires desde los tiempos del Virreinato, seguía siendo un espectáculo popular, al que concurrían ricos y pobres: los ricos, para ver cómo era la obra; los pobres, para ver cómo eran los ricos.
En 1817. En Chacabuco, Chile, San Martín triunfó sobre los realistas, quienes se sorprendieron al ver a los patriotas bajar de la Cordillera: “¿Qué pasa, es que os cansasteis de atacar el Alto Perú? ¿No os gusta más? ¿Os atendimos mal en la última batalla?”.
Se fortalecen en las provincias las figuras de los caudillos. Hay diversas teorías sobre el origen de la palabra “caudillo”: algunos la remontan al español antiguo, “hombre que va a caballo”; otros, al inglés “cow-dealer”, el que negocia con vacas.
El Directorio prohibió las corridas de toros y las riñas de gallos, que recordaban el pasado español, y ahora España era el enemigo. Pero ni las corridas de teros ni las “riñas de mamboretá” o la “guerra de mosquitos” conformaban a nuestro exigente público.
Se sancionó, en 1819, una Constitución centralista. Los caudillos provinciales juraron no respetar la Constitución
(“bueno, es una manera original de jurar la Constitución, pero algo es algo”). En 1820 sobrevino una época conocida como “anarquía”: no quiere decir que cada uno podía hacer lo que quisiera, sino que en realidad nadie sabía qué podía hacer y qué no. Se dice que, con la excusa de encontrar el gobierno, más de un caudillo se metió en la provincia de otro generando sangrientas disputas porque, se sabe, “la mujer, la guitarra, el cepillo de dientes y la provincia no se le prestan a nadie”.
En general, las elecciones se definían por simple mayoría numérica: el general que tenía más armas ganaba. Uno de los tantos gobernadores, Martín Rodríguez, logró batir el record de permanencia en el sillón, gracias al apoyo de Rosas, que junto a sus Colorados del Monte entonó la marcha “De aquí para allá somos todos colorados”, y “Somos del monte, no nos confronte”, y otros grandes éxitos. Martín Rodríguez tuvo como ministro de gobierno a Rivadavia, que propuso un sistema liberal: “¡Acá cada uno va a hacer lo que quiera, quiera o no quiera!”. Había pulperías, donde la gente compraba de todo, jugaba, hacía sociales, comía, bebía, era robada y a veces agredida: en fin, todo lo que a cualquiera le puede pasar hoy en día en un shopping, pero en un lugar mucho más pequeño.
Las guerras intestinas asolaban al país y, hay que decirlo, parecían haber llegado más allá, hasta el mismísimo “recto nacional”. Los caudillos seguían peleando por conseguir más pasto para sus vacas, o más vacas para su pasto, o más vacas y pasto para sus vacas y pasto. Ramírez se peleó con López unido a Carrera que atacó a Bustos que pactó con López para detener a Ramírez. Aráoz fue derrotado por Ibarra, y luego por González.
Carrera, que esperaba triunfar contra López, fue sorpresivamente derrotado por Gutiérrez, ya que López no atacó a Carrera porque estaba muy ocupado derrotando a Ramírez, que había sido su aliado contra Buenos Aires antes de que Rodríguez pactase primero con Ramírez contra Artigas y luego con López contra Ramírez.
En la confusión, se fundaban países en territorios inexistentes, y se declaró dos veces la independencia de un mismo lugar.
Rivadavia proponía estimular la inmigración, pero la idea fue resistida por los terratenientes: “¿Para qué traer inmigrantes? ¡Las vacas no comen inmigrantes! La Ley de enfiteusis, dictada por Rivadavia en 1822, al principio fue muy resistida por la población, ya que nadie sabía qué quería decir enfiteusis. Cuando se enteraron de que se trataba de un permiso para usar las tierras fiscales, la ley fue aceptada, aunque sus beneficiarios no quisieron saber de nada con que se los denominara “enfiteutas”, les parecía que era un insulto.
Rivadavia abolió el “fuero personal del clero”, lo que implicaba que un sacerdote podía ser juzgado por un tribunal común, y que no valía citar a Dios como testigo de parte.
El cercamiento de las tierras y la privatización de las vacas limitaron la vida de los gauchos, condenados a correr sin sentido por pequeños espacios de campo. Los gauchos se dedicaron entonces a fabricar refranes: para poner uno con un marquito en el comedor o el dormitorio. “Vaca que anda a caballo no es vaca, es gaucho”; “Tenemos al padre sol, la madre tierra, y también algunos tíos influyentes”; “Que un gaucho se coma una vaca no es noticia, que una vaca se coma a un gaucho, sí”. O a vender charqui (viandas para viaje) “Mc Gaucho”, “Charqui’s King”, “Hamburchaqui”, Rivadavia fundó la Río de la Plata Mining Company y le cedió las mismas minas riojanas que Facundo Quiroga le había otorgado a la Famatina Mining Company. “¡Ustedes caven, que algo van a encontrar!”, prometieron ambos políticos a las respectivas empresas.
Se firmó un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con Gran Bretaña, por el cual los ingleses podían gozar del comercio y la navegación; y los argentinos, de la amistad: negocios hay en todos lados, en cambio amigos...
En 1826, Bernardino Rivadavia fue nombrado presidente de la república, aunque no había república alguna. Mandó a hacer un sillón con las medidas exactas del mandatario, de manera tal que cualquier otro que quisiera reemplazarlo se sintiera incómodo. Rivadavia renunció a mediados de 1827. Asumió interinamente Vicente López y Planes, el autor del himno, que al parecer no usaba el sillón, ya que, se sabe, al himno hay que cantarlo de pie.
Se firmó, en 1828, la paz con el Brasil (para lo cual, primero hubo una guerra, hemos de aclarar) y las Provincias
Unidas del Río de la Plata quedaban desunidas exactamente a partir del Río de la Plata.
En 1833, los británicos se apoderaron de las islas Malvinas: “Porque hace años que no ocupábamos nada y nos
estábamos achanchando” ((británico)).
La Legislatura porteña decidió, en 1835, que ya era hora de darle a Rosas la Suma del Poder Público. En realidad era muy poco poder el que tenían para darle, la mayor parte ya la tenía él.
La política económica de Rosas fue favorable al librecambio, no sólo de productos, sino también de ideología. Un día, uno podía ser “unitario” y apoyar a Rivadavia y, pocos años después, apoyarse en el federalismo. Hombres considerados federales, amigos y queridos, de un día para otro, por decreto, se transformaban en salvajes y odiados unitarios. La Argentina era un país destinado a la ganadería bovina. Las vacas no necesitan esclavos que las apantallen (por eso la abolición de la esclavitud, tal vez), ni inmigrantes que les enseñen a hablar en inglés o francés, ni indígenas que les den cursos prácticos de malón.
Se procedió a repartir tierras equitativamente: a los que ya tenían muchas, se les dieron muchas; a los que tenían pocas se les dieron pocas, y a los que no tenían nada, no se les dio nada. Excepción hecha de algunos militares que, aunque no tenían tierras, tenían armas.
Según lo pintaban a Rosas los diarios londinenses, lo que más le gustaba era dar órdenes a sus empleados y andar a caballo todo el día por su estancia, actividades que no abandonó, por cierto, cuando fue gobernador. Pero al andar a caballo por la residencia de gobierno, sobre todo si iba al galope, debe haber destruido media casa. En realidad, que Rosas destrozara todo no era muy problemático, ya que, como él era el Restaurador, restauraba lo que rompía.
Se estableció la obligación de decir “¡Viva la Santa Federación, mueran los asquerosos y salvajes unitarios!” al saludar a alguien; antes de desayunar, almorzar o cenar, y al entrar o salir de una casa. Serían fuertemente penados los que, a propósito o no, se equivocasen y dijeran: “Mueran los salvajes punitorios”, “Viva la Santa Fornicación”, “Viva la Santa Salvaje”, “Viva la Santa Financiación”, “Nos, los representantes...”. En fin…
Francia e Inglaterra, en 1845, lanzaron un ultimátum a Rosas, que respondió: “¡Viva la Santa Federación, mueran los salvajes ultimátums!”.
En 1851 Buenos Aires se prepara para resistir junto a Rosas hasta el último momento, y luego dar la bienvenida a Urquiza, en caso de que este triunfe. El 3 de febrero de 1852 Urquiza derrotó a Rosas en Caseros. Rosas se marchó a Inglaterra. Quizá fue a dar conferencias y crear allí una escuela de caudillos.
Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe. Buenos Aires no aceptó el Congreso, porque quería ser sede, o al menos, que el partido inaugural o la final se jugasen allí.
La constitución del ’53: algunos detalles
El Poder Legislativo tenía básicamente dos cámaras: la de Senadores, que representaban a las provincias, y la de Diputados, que representaban al país. A veces se agregaba una tercera, la “Cámara Sorpresa”, frente a la cual senadores y diputados también podían representar. El artículo 14 mencionaba un montón de derechos: enseñar, aprender, expresar sus ideas, transitar libremente por el país, asociarse. Debería haber habido otro artículo en el que se expresase la obligatoriedad de que se cumpliera el artículo 14.
Según el artículo 18, un juicio debía estar fundado en ley anterior al hecho. O sea que si alguien se enteraba de que dos días más tarde iba a salir una ley condenando al robo, debía aprovechar esos dos días previos y robar todo lo que pudiera. Por el artículo 19, ningún habitante estaba obligado a hacer lo que la ley no ordenaba, ni podía ser privado de lo que ella no prohibía, pero la flatulencia, los eructos y otros actos escatológicos,
aunque no estaban prohibidos, “quedaban feo”. El artículo 20 manifestaba que los inmigrantes tenían los
mismos derechos que los nativos. Es decir: según de qué inmigrantes se tratase, tendrían los mismos derechos que los terratenientes, los comerciantes, los gauchos, los indios o las vacas.
Se inauguró en 1853 la primera línea de tranvías y la expresión
“¿Hablo yo o pasa un tranvía?”.
Urquiza fue proclamado presidente de la Confederación, “por seis años”, como indicaba la Constitución, o “mientras se pudiera”, como indica la historia.
Buenos Aires y la Confederación firmaron en 1855 un tratado de mutua enemistad pero pasajera, que bien podría haber sido conocido como el Tratado de “No nos une la Constitución, sino el espanto”.
La Confederación tenía problemas: le faltaba dinero para hacer la guerra, y no le podía pedir prestado a Buenos Aires, porque justamente ése era su enemigo: “Ustedes nos prestan, y si ganamos nosotros no se la devolvemos, porque para eso les ganamos, y si ganan ustedes, tampoco se la devolvemos, porque nos la van a quitar directamente”.
En 1860, se funda la Sociedad Rural, bajo el lema “Cultivar es servir a la patria”, y el nunca escrito sublema “pero
las vacas nos sirven más a nosotros”.
Al cumplirse cincuenta años desde 1810, el “Semicentenario” de la Revolución de Mayo, muchos de los problemas de la patria se mantenían tan jóvenes e irresueltos como medio siglo atrás, gracias al estilo argentino de resolución de problemas, consistente en “dejar actuar a la acción del tiempo”. Vale decir, no hacer nada y dejar todo para dentro de unos días, unos años o unos siglos, que el tiempo se encargará
de resolverlo.
J O R H - L I N E
(segunda parte)
El 17 de septiembre de 1861, Mitre derrotó a Urquiza en Pavón. Algunos dicen que Urquiza sabía que aunque ganara la batalla en el campo, la iba a perder en los libros de Historia, ya que quien los escribía era Mitre. Mitre fue elegido presidente de la República. El presidente Mitre tuvo el apoyo incondicional del general Mitre, del periodista Mitre y del político Mitre, así como del historiador Mitre, y de varios Mitres más.
En 1863, Chacho Peñaloza, el último caudillo, es derrotado y detenido en un nuevo triunfo de la civilización contra la barbarie, y luego es ejecutado en un nuevo triunfo de la barbarie contra la civilización.
En 1865 terminó la Guerra de Secesión y los negros dejaron de ser esclavos en los Estados Unidos; si querían seguir siendo esclavos, debían dirigirse a otros países.
Los ingleses decidieron que Sudamérica era un buen lugar para los granos, ya que para ellos era el culo del mundo, y ésa es una zona donde suelen ubicarse los granos. Eligieron el Paraguay, pero necesitaban un conflicto limítrofe, lo que es difícil, porque Inglaterra no limita con el Paraguay.
Brasil, que tenía el apoyo de Inglaterra, entra en guerra con Paraguay con la excusa de que “banana nao teim carozo”. Ante una confrontación tan desigual, la Argentina decide intervenir, apoyando a Brasil.
Se funda el “Buenos Aires Football Club” y se juega el primer partido de fútbol en la Argentina. Gana el “Buenos Aires Football Club” por 18 a 0; quizá se vio favorecido por la ausencia de equipos rivales, aún no fundados.
En 1868 asume la presidencia Sarmiento. Mitre representaba a la oligarquía comercial porteña; Urquiza, a la del Litoral; Rosas, a la estanciera; Sarmiento se había quedado sin oligarquía a la que responder, ya que estaban todas ocupadas por otros próceres. Sarmiento dispuso que se realizara el Primer Censo Nacional que debía clasificar a los habitantes según el sexo. Según las respuestas de los encuestados, se establecieron las categorías “inmenso”, “grandioso”, “prometedor” y “fabuloso”.
- Epidemia de fiebre amarilla en 1871. El gobierno tomó enseguida las medidas más básicas y urgentes del caso:
-Ignorar la existencia de la enfermedad.
-Declarar que se trataba de casos aislados.
-Rechazar todo tipo de responsabilidad al respecto.
-Proveer a la esperanza común, afirmando que “ya va a pasar”, “no hay mal que dure cien años” y otras frases de consuelo a la población.
En 1874, Mitre, habiendo perdido en las elecciones para ser presidente, exigió que se respetara el resultado y lo dejasen asumir el cargo de “presidente no electo” para el que había sido designado por el pueblo. Se levantó en armas y fue bajado en armas por Roca. Avellaneda asume la presidencia, con la excusa de haber ganado.
En 1876 se sancionó la ley de Inmigración y Colonización, donde se explica qué es un inmigrante y qué no lo es, lo cual es útil para distinguir a un colono de un conquistador, o de un caudillo levantado en armas, o de una oveja.
Crisis económica: se decidió que la mejor manera de resolverla era quitarles tierras a los indios, que no estaban en crisis. Se decía que la campaña por las tierras no era contra los indios sino contra el desierto, y que los indios tenían la mala suerte de estar justo ahí, que si hubieran estado en Londres o en París, por ejemplo, ni se hubieran enterado.
Campaña al Desierto. Roca prometió que estaría en Choele Choel (Río Negro) el 25 de Mayo de 1879. Nadie le creyó demasiado, pero lo aceptaron igual, porque no existía ninguna ley que obligase a ningún general a cumplir con sus promesas militares, menos aún si las campañas eran pagadas por fondos del Estado.
En 1880, con la asunción presidencial de Roca comenzaba una nueva etapa histórica, la “Edad de Roca”. El mundo estaba viviendo la segunda Revolución Industrial: la Argentina, no, ya que la palabra “industrial” era muy mal vista por la oligarquía; la palabra “revolución”, peor todavía. Se había extinguido el gaucho, pero surgió el caucho, mucho más útil a los fines automovilísticos, aunque menos pintoresco y guitarrero.
Ahora que el país estaba internamente pacificado, lo que se hizo fue cambiar la orientación de los mangrullos hacia adentro; para que el centinela mirase hacia las ciudades, no ya hacia los toldos indígenas, y avisara si venía una revolución, o algo parecido.
Se instaló el primer teléfono del país en la casa de Bernardo de Irigoyen. Entusiasmado, don Bernardo quiso llamar a todos sus amigos para comunicarles la buena nueva, pero no pudo porque nadie más tenía teléfono. Más tarde se instaló la línea del presidente Roca, quien de inmediato llamó a Irigoyen, pero increíblemente le dio ocupado.
Koch descubrió el bacilo de la tuberculosis, denominado a partir de ahora “bacilo de Koch”. Rara paradoja de la vida: a los militares genocidas les ponen calles y pueblos a su nombre, mientras que a los científicos, que salvan vidas, les dan “bacterias, virus y enfermedades”. ¿No sería más justo hacer al revés, que los científicos sean ciudades, y que algunos militares les den su nombre a microbios? (“¿Anda mal de los riñones? ¡Le vamos a hacer un análisis a ver si hay masseras...!”)
En esos años se estableció un grupo de influencia denominado “Generación del ‘80”. Se trataba de economistas, políticos, y también pensadores, obviamente. Parafraseando a Inodoro Pereyra, si hubieran sido indios, en vez de un “grupo de influencia” hubieran sido “un malón”.
Se sancionó en 1884 la ley 1420 de Educación Común. La idea era que todos los chicos fueran a la escuela, y a los que no fueran se les pusiera “ausente”. También en 1884 se sancionó la ley 1565, de Registro Civil: hasta entonces, la Iglesia tenía el poder de decidir si uno había nacido o no, si uno estaba casado o no, y si uno seguía vivo. Si un sacerdote se enojaba con alguien, lo casaba de prepo con la más fea del barrio.
En 1886 hubo una gran disputa entre el dedo índice de Roca, que señalaba a Juárez Celman como su sucesor, y el dedo medio, que no.
Muchos inmigrantes se quedaron en los conventillos de la ciudad, que eran una especie no de “tiempo compartido” sino de “espacio compartido”: baño compartido, cocina compartida, olores compartidos. Nada había que no se compartiera; a veces varias personas debían usar la misma nariz, o la misma boca, o la misma pobreza.
En 1889, el tratado Quirno Costa-Vaca fijó los límites entre Bolivia y la Argentina: “Todo lo que está en Bolivia es de Bolivia, y lo que está en la Argentina es de Inglaterra”.
Se perdió la convertibilidad del peso en el oro, pero siguió vigente la de convertir los billetes en papel higiénico. En 1890, como para festejar los ochenta años de la Revolución de Mayo, estalló la “Revolución del Parque”, en la que el pueblo ya no pretendía “saber de qué se trata” sino “que nos dejen algo”.
En 1892, la UCR, recién nacida, reclamó “el resurgimiento de la vida institucional, el ejercicio de la soberanía popular y la pureza de la moral administrativa”. “¡Bueno, ya pidieron los tres deseos, ahora pueden soplar las velitas!”, dicen que les dijo un oligarca presente en el acto.
En 1896 se realizan en Atenas las Primeras Olimpíadas de la era moderna. La Argentina podría haber descollado en: Constitución al cesto, Carrera de empréstitos, Hockey sobre vaca, Salto de cargo en cargo, Nepotismo (el que nombra más parientes, gana).
Juan B. Justo y otros militantes fundaron el Partido Socialista, que se presentó a las elecciones con la esperanza de obtener algún diputado si los que hacían el escrutinio también contaban los votos que no fueran oficialistas.
En 1898, el general Roca ascendió a presidente. En 1899 viajó a la Patagonia y pudo observar el progreso: “Es increíble. ¡En sólo veinte años los indios se han convertido casi todos en galeses!”.
En el inicio del siglo XX se discutía el modelo de país: ¿agroexportador (vendedor de granos y carnes), ogroexportador (vendedor de dictadores y generales especializados en campañas al desierto u otros exterminios) o quemeimportador?
Se quitaron del Himno Nacional los versos en que se hablaba mal de España (que eran la mayoría) porque era nuestra madre patria, y como madre había que respetarla.
Se declaró “baile nacional” al pericón, que nadie bailaba desde hacía décadas. La zamba y el tango, en cambio, se descartaron por ser demasiado representativos.
La situación de los obreros distaba mucho de ser buena, ya que era pésima. Así y todo era mejor que la de los desocupados. Que así y todo era mejor que la de los sin techo ni oficio, que así y todo era mejor que la de los sin techo ni oficio y con catorce bocas que alimentar y problemas de salud. Se trabajaba de sol a sol: si el día estaba nublado o lluvioso, la patronal decidía cuándo salía el sol y cuándo se ponía. Se podía trabajar muchas horas extra, pero no cobrarlas. Si un obrero se enfermaba, tenía que avisar a la empresa con anticipación, cosa complicada porque nadie sabe cuándo se va a enfermar. Y a las mujeres se les cobraban multas por llegar “fuera de ovario”.
También se fundó el Club River Plate, para beneplácito de los futuros hinchas de Boca que todavía no tenían un club por el que hinchar, pero ya tienen uno para desear que pierda.
En 1902 se aprobó la ley de Residencia: el Poder Ejecutivo puede expulsar del país a todo extranjero condenado por tribunales extranjeros. La ley de Residencia fue acompañada por el “estado de sitio”, una manera de emparejar las cosas molestando también a los que se quedan en el país.
Se llega a un histórico acuerdo con Chile:
-“Boludo” para la Argentina, “huevón” para Chile.
-La zamba, para la Argentina, la cueca para Chile.
-No se pactan los resultados de los partidos entre ambas selecciones de fútbol.
-En caso de duda, consultar al médico, o al rey de Inglaterra.
En 1903, la Constitución Nacional cumplió cincuenta años de sancionada, aunque algunos artículos todavía no se habían estrenado.
La ciudad de Buenos Aires, con sus tranvías eléctricos, estaba cada vez más europea: en sus calles se escuchaban puteadas en italiano, alemán, inglés, ídish y turco, y sus respectivos dialectos. Los inmigrantes se sentían como si estuvieran en Europa: los italianos, como si estuvieran en Suiza; los españoles, como si estuvieran en Francia; los alemanes, como si estuvieran en Italia, etcétera.
Como ya hacía cuatro años que el Club River Plate estaba jugando “el clásico de los clásicos” solo, en 1905 fue fundado su eterno rival: Boca Juniors.
En febrero de 1905 estalló una revolución encabezada por Hipólito Yrigoyen, y fue vencida. El presidente Quintana aprovechó para perseguir a anarquistas y socialistas, que no habían participado pero, según la ley, “los anarquistas y socialistas son culpables de todo hecho en el que participen... o no”.
Las casas de los oligarcas eran tan pero tan inmensas que podían tener sala de estar, sala de no estoy para nadie, sala de espiar, pobredor (sala para parientes pobres), sala de aparentar, hall íntimo y hall gorio, entre otros cientos de salas más.
En 1907, en Comodoro Rivadavia, una expedición que buscaba agua encontró petróleo: “Típica de argentinos, buscan agua en la tierra; el día que quieran petróleo de verdad lo van a buscar en el mar, y como son argentinos, lo van a encontrar; y como son argentinos, se lo van a regalar a Inglaterra”.
La moral victoriana se había instalado en la Argentina y cundían las normas de etiqueta. Según algunas de esas normas, las mujeres debían permanecer frías, calladas, rígidas; quizá se debiera a que la reina Victoria hacía años que estaba muerta.
Como no podían controlar a los anarquistas, las autoridades intentaron controlar el tránsito, reglamentando el uso de los automóviles:
-Sólo pueden circular por la calle, no por la vereda ni por las casas.
-Hay que tener por lo menos 23 años para conducir. Si se trata de una mujer, puede decir que tiene 20.
-Ningún automóvil puede circular sin nadie que lo conduzca.
El Primer Congreso Feminista Internacional se reunió en Buenos Aires, en 1910. Se sospechó que alguna mujer, en pro de la igualdad entre los sexos, usó el baño de caballeros.
En 1910, al aproximarse el Centenario del 25 de Mayo, se venden banderas argentinas de todos los tamaños, materiales y colores. Las celestes y blancas son muy solicitadas, pero algunos prefieren las azules y rojas, o las verdes con pintitas naranja que, aunque no sean argentinas, están más baratas. Y se escriben poemas que riman con “centenario”, “milenario”, “aniversario”, “mandatario”, “extraordinario”. Otras, como “proletario”, “usuario” y “salario” se requieren menos. Y se invita a las personalidades del mundo a concurrir a los festejos. Se reciben centenares... de excusas. Inglaterra estaba de duelo, Estados Unidos estaba ocupado, a Alemania le dolía la cabeza.
Y así, el 25 de Mayo de 1910, la Argentina, nuestro país, cumplió 100 añitos, sorprendiendo a todo el mundo. ¿Cien años? ¡Qué bien se conserva, yo no le daba más de 87!



(tercera parte)
Argentina ya tenía 100 años, aunque parecía mucho menos. Era 1910 y éramos el granero (¿el gran eros?) del mundo. Era un país muy rico (me refiero al sabor).
En 1910, una bomba estalló en el Teatro Colón. Las investigaciones apuntaron hacia un grupo anarquista que detestaba la ópera. Pero no tenía mayor sentido investigar quién había sido sino quién convenía que fuera el culpable.
La ley electoral finalmente sancionada establecía que el voto era secreto, obligatorio, universal, individual, masculino y singular.
En 1911 se iniciaron en Buenos Aires las obras del subterráneo que habría de inaugurarse en 1913, y que uniría Plaza de Mayo con Plaza Once. ¡Ni siquiera en Europa tenían un subte que uniera Plaza de Mayo con Plaza Once!
Los chacareros y arrendatarios tenían que dar al terrateniente el 5400 por ciento de lo que producían, y hasta los granitos de la nariz debían entregar. La protesta se hizo escuchar en el llamado “Grito de Alcorta”. El gobierno respondió: “Lo sentimos, Alcorta no es más presidente; ahora tendrían que dar el ‘Grito de Sáenz Peña, hijo’”.
Los oficiales alemanes vinieron a transmitirles a los nuestros esa eficiencia que les haría perder las dos guerras mundiales.
Juan B. Justo combinaba marxismo con biología, de lo cual podrían haber salido unas consignas rarísimas, como “Hasta que todos no tengan dos orejas, nadie tendrá derecho a tres” o “Es injusto que el corazón deba trabajar las veinticuatro horas mientras que al culo con sólo un ratito por día le alcanza”.
En 1914, el doctor Luis Agote descubrió un método que mejoraba las transfusiones de sangre. Podríamos decir que el resultado de 1914 fue Vida: 1 (Agote). Muerte: 2.000.000 (Guerra Mundial).
En 1916 se festejaban en Tucumán los cien años de la declaración de la Independencia. Y se brinda porque sea realidad. Yrigoyen, el nuevo presidente, dialogó con los sindicalistas, en lugar de reprimirlos como era uso y costumbre. Ellos, desorientados, debieron cambiar sus consignas antigubernamentales por otras contra los patrones, la plusvalía, el oligopolio, la polio, el latifundio, la jaqueca, el fraude consuetudinario, la burguesía, la contaminación ambiental, el frío invernal y/o la suegra.
En 1918, la universidad fue finalmente reformada y se fundó la Federación Universitaria de la Argentina. Se implantó el gobierno tripartito. Los graduados tendrían el “go” (por eso tantos se van a otro país); los docentes, el “bier”; y los estudiantes, el “no”.
El año 1919 se abrió con la temporada de caza al inmigrante, llamada “Semana trágica”. En esos terribles días, la Iglesia organizó una gran colecta nacional: no logró recaudar mucha plata, porque pretendió que los ricos aportaran el dinero y los pobres lo recibieran y no al revés, como era costumbre.
Patahuelga en la Gonia. El gobierno manda al coronel Varela, que primero llega a un acuerdo con los huelguistas. Pero después hizo una oferta diferente: “Si no se rinden, los mato; y si se rinden, también”.
En 1925, Einstein visitó la Argentina. Venir a la Argentina a hablar de relativismo es como tratar de venderles perfume a los franceses, o invasiones a los ingleses. ¡Acá siempre todo fue relativo! Rosas era federal, pero manejaba la Aduana unitariamente; Mitre perdía las batallas, pero igual era un genio militar; la Patagonia estaba poblada, pero igual era un desierto; algunos se murieron, pero igual pueden seguir votando.
¡A nosotros nos quiere hablar Einstein de relativismo!
En 1925, Alvear era presidente y visitó el país el príncipe de Gales. Y nadie le arrojó aceite hirviendo.
Mosconi administra YPF con firmeza y eficiencia, dos cualidades que, juntas, son imperdonables en la Argentina: si uno es eficiente, pero flexible, siempre se le puede encontrar el precio; si uno es firme, pero ineficiente, siempre lo pueden echar o amenazar.
En 1928, Yrigoyen triunfó con el 57 por ciento de los votos, y perdió con el otro 43. Fue acusado de comunista, porque “Stalin” quiere decir “acero”, e Yrigoyen protegía la siderurgia.
El necionalismo abarcaba un amplio espectro: desde la ultraderecha más recalcitrante hasta la más reaccionaria.
Se acercaron al movimiento diversos pensadores, y dejaron de serlo.
En 1930 se fundó la CGT, con el objeto de unificar a todos los gremios en una sola central obrera, que de esta manera sería más fácil de ubicar y, llegado el caso, de reprimir.
El 6 de septiembre de 1930, un grupo de militares encabezados por Uriburu dio un golpe de Estado. Entraron en vigencia nuevas leyes como: “Donde manda capitán, no manda marinero”. Agustín P. Justo se distanció unos centímetros de Uriburu: “El hizo como que iniciaba una revolución, yo voy a hacer como que gano las elecciones”. Uriburu proponía un sistema corporativo, en el que todos estuvieran representados
y con capacidad de obedecer sus órdenes.
En las elecciones de 1931 se impuso el “fraude patriótico”. Votaron los muertos, que suelen ser conservadores.
Hubo quienes votaron muchas veces, para compensar a aquellos a quienes no se les permitía votar.
Los militares pensaron un sistema económico y lo llamaron “sustitución de importaciones”, frase que tiene casi las mismas letras que su sistema político: “Prostitución de instituciones”.
En 1933 se cumplían cien años de la ocupación británica de las islas Malvinas, y para festejarlo se firmó entre Inglaterra y la Argentina el tratado Roca-Runciman. El objetivo era que Londres estableciera el “five o’clock churrasco”, y que la Argentina adoptara el budín inglés y el sábado inglés.
En 1935 fue asesinado el senador del PDP, Enzo Bordabehere, y la explicación fue ésta: “Ha sido un grave error; creímos que era Lisandro de la Torre”.
Gardel seguía filmando películas en Nueva York: Sus ojos se cerraron (Her Eyes are Shut, Indeed) y Volver (Getting Back). Pero lamentablemente Gardel nunca volvió, murió en un accidente de avión y enseguida fue incorporado a la mitología básica del psicoanálisis, a saber: Narciso (uno se enamora de sí mismo), Edipo (uno se enamora de su madre) y Gardel (uno cada día canta mejor).
Se creó el Banco Central, para controlar el cambio y asegurarles las ganancias a las empresas extranjeras, y las pérdidas a las nacionales.
En 1938, Ortiz asumía la presidencia, ante la algarabía de los pocos que lo habían votado. Se puso de moda entre la elite la frase “¡Alpargatas sí, libros no!”. “Una alpargata es mucho más fácil y rápida de leer
que un libro, tiene muchas menos letras y se entiende todo. Algunos comercializaban los pares de calzado como Tomo I y Tomo II.
El vicepresidente Castillo, devenido presidente interino por cuestiones de glucosa, no cambió en lo más mínimo la política de Ortiz, pero tampoco la aplicó. La Segunda Guerra generaba nuevas condiciones económicas, y le daba a la Argentina otra gran oportunidad para desaprovechar; las carnes argentinas eran adquiridas por los ingleses como alimento de sus propias tropas, o bien de las enemigas (la famosa táctica choritzkrieg, consistente en darles choripanes a los alemanes y destruirlos digestivamente).
Ortiz denunció un fraude, ante lo cual la reacción conservadora fue muy fuerte: le aumentaron la glucemia diez unidades, colocándolo al borde de la renuncia.
En 1943 se estableció formalmente el GOU, logia militar nacionalista. Se dice que en contraposición existía el STOP, logia partidaria del Régimen. Simpatizaba con el Eje, pero más de uno de sus integrantes tenía un amigo judío: es más, parece que había varios que tenían el mismo amigo judío.
El golpe del 4 de junio del ‘43 obligó a adaptar el habla popular a un lenguaje “militarmente correcto”. Buenos Aires ya no era la Reina del Plata, era el Cuartel del Plata, y los tangos perdieron su lunfarda picardía. Muchos cambiaron de nombre: “Atenti, pebeta” era ahora “¡Alto, jovencita!”; “Bailarín compadrito” se transformó en “Danzarín pendenciero”; “Che, papusa, oí” se tradujo como “Escucha, mujerzuela”;
y “Arrabal amargo” pasó a ser “Suburbio hipoglucémico”.
En 1944, el vicepresidente era el coronel Perón, que también era ministro de Guerra, subsecretario de Trabajo y Previsión, y obtuvo el registro de Gran Conductor y de Primer Trabajador.
En Breton Woods crearon el FMI y el Banco Mundial con el fin de que los países pudieran pedir préstamos si no los necesitaban, y ellos dárselos si demostraban genuinamente que iban a usar el dinero para endeudarse.
Perón hizo sancionar viejos proyectos que los socialistas no habían podido, los conservadores no habían querido y los radicales se habían abstenido.
-El aguinaldo, también conocido como “sueldo número 13”. Y por eso muchos patrones se negaban a concederlo, alegando que traía mala suerte.
-Mejores condiciones laborales. Pero esta vez las mejoras son para el obrero.
-Jornada laboral de ocho horas. Así, los que tenían tres empleos, no debían trabajar más de veinticuatro horas al día.
En septiembre de 1945, los militares obligaron a Perón a renunciar a todos sus cargos, incluso al de presidente, que nunca había ejercido. Pero, el 17 de octubre, una manifestación popular de miles y miles de personas transforma a Perón de preso a presi. Braden, embajador norteamericano, acusaba a Perón de fascista, anarquista, socialista, comunista, peronista, keynesiano, falangista, culomundista y salvaje unitario. Pero la “Marcha peronista” batía todos los records en el Popular Top Hits.
El 9 de julio de 1947, Perón declaró en Tucumán la “Independencia económica”. No se sabe si sólo de España o “de toda otra dominación extranjera”.
En su condición de primera dama, Eva Perón realizó una gira por Europa.
Primero visitó España, donde la trataron bien, sin resentimientos por lo del 25 de Mayo de 1810. Todos parecían hablar en su mismo idioma. Se dice que, al terminar su recorrido español, prometió proponerle a Perón que a partir de entonces se autodenominase “Coronelísimo”.
La Fundación Eva Perón contribuía de manera contundente a ayudar a la gente que lo necesitaba, rompiendo una tradición nacional. El pesimismo era mal visto en un país en el que “todo andaba tan bien que los que querían quejarse tenían que irse al Uruguay, para tener algo de qué protestar”.
La Constitución del ’49 estableció el voto femenino (no de castidad, ni de silencio), y la propiedad estatal del petróleo.
O sea que en adelante las empresas privadas que quisieran apropiarse del petróleo, deberían apropiarse primero
del Estado. El de 1950 fue declarado “Año del Libertador”, porque se cumplía un siglo del fallecimiento de San Martín. En todo acto se debía mencionar “Año del Libertador General San Martín”. A veces se volvía engorroso, como cuando los alumnos tenían que preguntar: “Señorita, en el Año del Libertador
General San Martín, ¿puedo ir al baño?”, y para cuando terminaban la frase ya era demasiado tarde.
En todas las obras públicas, que eran muchas, aparecían grandes carteles: “Perón cumple, Evita dignifica”, que opacaban el nombre del arquitecto que, por otra parte, no era candidato a nada, pero seguramente quería lucirse con su trabajo.
El peronismo volvía democráticos a quienes nunca lo habían sido. Oligarcas recalcitrantes, que con gusto habrían ido con Roca a matar indios al desierto, hablan en nombre de “la democracia y la libertad”. La gente no entendía cómo era posible que los opositores se quisieran ir al Uruguay, donde no tenían el derecho de votar a Perón.
Los ferroviarios hicieron una prolongada huelga y se militarizaron los trenes, que en lugar de “chuf-chuf” hacían
“uno-dos, uno-dos”.
En 1951, Eva Perón pronunció el histórico “renunciamiento”, según el cual “renunciaba a los honores, pero no a la lucha”, al revés de lo que se estilaba.
En 1952, Perón lanzó un plan de austeridad: -Se atrasaba el calendario seis años, para volver al ‘46, a
la abundancia.
-Para ahorrar luz, se establecía el “día peronista”, en el que el sol se ponía a las 23.
-Cada equipo de fútbol no podía hacer más de un gol por partido. Y si se ponía de acuerdo con los rivales y compartían el gol, mejor.
-Se ahorraba en consignas; por ejemplo: “Para medio peronista, no hay nada mejor que otro medio peronista”; “Tres por uno, no va a quedar ninguno”.
En 1954, Perón se peleó con la Iglesia: hubo Ley de Divorcio, permitió los prostíbulos y casi reemplazan los Diez
Mandamientos por las Veinte Verdades. Y cambian el “Amén” por “Perón” al fin de cada oración.
Se firmó un contrato con la empresa Standard Oil; era una especie de Roca–Runciman, pero con petróleo. La Standard Oil exigió que el Congreso ratificase el acuerdo, porque Perón, que en ese momento estaba funcionando en modo “ni marxistas”, podía pasar a “ni yanquis” en cualquier momento.
El 16 de septiembre de 1955 amaneció peronista, desmejorando hacia la tarde, con un 80 por ciento de probabilidades de volverse opositor. Todo cambió. Los peronistas fueron echados de sus cargos por simple portación ideológica. Se les prometió a los obreros que iban a conservar sus derechos, aunque no el ejercicio de los mismos.
Los militares “libertadores” establecieron un plan político, y era el siguiente:
-Que la gente vote por un candidato que no fuera Perón.
-Que tampoco fuera peronista.
-Que fuera antiperonista.
-Muy.
En 1957, el radicalismo se volvió a dividir. ¡Otra vez la famosa mitosis radical! “Cívicos” y “radicales”, “personalistas” y “antipersonalistas”, “concordancia” y “sincordancia”, “forjistas” y “alvearistas”, “unionistas” y “no unionistas”, y así desde 1891.
En 1958, Frondizi obtuvo 4 millones de votos. Los únicos que no lo votaron fueron los radicales, los de su propio
partido. Una de las discusiones más fuertes de la época fue sobre la enseñanza “laica” o “libre”. Se llegó a un acuerdo: la habilitación para ejercer una profesión la otorgaba el Estado, y la comunión la seguía impartiendo la Iglesia. Frondizi estableció una nueva política de acuerdos petroleros: al parecer, las empresas concesionarias se comprometieron a plantar dinosaurios en toda la Patagonia, con lo cual en pocos millones de años más el país iba a poder autoabastecerse de petróleo, o al menos tener un buen museo de paleontología.
El ministro de economía Alvaro Alsogaray postulaba la “economía social de mercado”, un sistema igualitario en el
sentido de que se iba a aplicar igual, aunque a nadie le gustase.
Y así llegamos a los ’60, los hippies, el sexo libre, el rock, los bonos del empréstito, ¡Illia, la gran joda gran! … Pero eso en el el próximo capitulo de … LA SATIRA DEL BICENTENARIO










(Ultima parte)
Comenzaba la década del sesenta. La década de los Beatles, Vietnam, París del ‘68, la Primavera de Praga, el Hombre en la Luna, el Hombre en Puerta de Hierro y un país en el que si uno tenía ganas de trabajar, había, y si uno tenía ganas de no trabajar, también había.
El presidente Frondizi no terminaba de conformar a un general enojado, que venía un almirante a quejarse y reclamar lo mismo. Los militares le insistían a Frondizi que fuera más duro con los comunistas. Porque, decían: “Siempre que se quiere reprimir a los peronistas, radicales o quien fuera, hay que decir que en realidad es contra los comunistas” y “Perón era anticomunista, pero eso no quiere decir que no fuera, a la
vez, comunista, de la misma manera que los militares eran democráticos, por más antidemocráticos que fuesen”. Se aplicó el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), destinado a sofocar intentos guerrilleros, existentes o no.
A partir del fallido intento de los Estados Unidos de invadir Cuba, en toda Latinoamérica creció la idolatría por Fidel: jóvenes de ambos sexos se dejaron la barba y pronunciaban discursos de seis horas por cualquier cosa.
Para mejorar su imagen en la Argentina, Frondizi viajó al exterior: “Por ahí, quién sabe, de lejos parezco Kennedy”. Demasiados viajes para un presidente que había prometido “no me iré del país”.
Kennedy propuso la Alianza para el Progreso, pero los peronistas preferían la Alianza para el Regreso. El que se puso la alianza fue Perón, que se casó con Isabel Martínez, ahora De Perón, en España.
El Consejo peronista decidió participar en las elecciones del ‘62, a pesar de que el consejo de Perón era no hacerlo. Los militares aceptaron que el peronismo participase en las elecciones, siempre que perdiera por muchos votos.
En 1962, el peronismo ganó en varias provincias. Como Frondizi les había asegurado que eso no iba a ocurrir mientras él fuera presidente, los militares creyeron que Frondizi no era más presidente. Guido, el presidente del Senado, asumió la presidencia. Los militares le ordenaron que anulase las elecciones. “¿Cuáles?”, preguntó. “Todas.” En 1963 hubo elecciones. El gobierno vetó toda lista en la que figurasen peronistas, ex peronistas, futuros peronistas, peronistas plus quam perfectos o imperativos de Perón. Ganó
Illia por primera vez desde 1930, los radicales asumían el gobierno. El triunfo los agarró desprevenidos, sin eufemismos a mano. Se acusaba a Illia de ir muy despacio, lo que nadie preguntaba era “¿adónde?”.
Hubo una fuerte interna en el justicialismo cuando el sindicalista Augusto Vandor propuso un “peronismo sin Perón”, o sea un “ismo”, o bien un “cismo” (sismo y cisma al mismo tiempo). La división entre ortodoxos y neoperonistas implicaría quedarse con diez verdades y con “dos coma cinco por uno, no va a quedar ninguno”. Perón, muy disgustado, estableció la verdad número 21: “Para un peronista no hay nada peor que un neoperonista”. Perón intentó volver a la Argentina, y volvió, pero al Brasil. Dicen que el piloto era norteamericano y se creyó que Río de Janeiro era la capital. En 1965 se rumoreaba que nos visitarían Perón y los Beatles. Se decía que iban a tocar “Anochecer de un día peronista”, “La única verdad es obladí obladá”, “La banda del sargento Peperón” y otros grandes éxitos. El general Onganía definió las fronteras: al norte, Estados Unidos; al este, oeste y sur, también. Por su parte, las fuerzas de izquierda se dividían, generando confusión por sus nombres: Vanguardia Comunista, Vanguardia Revolucionaria, Partido Comunista, Partido Socialista de Vanguardia. A veces, los militares no sabían a qué fracción de qué partido pertenecían.
El 28 de junio de 1966 fue derrocado el presidente Illia y tal vez Onganía declaró: “Ahora el presidente Illia soy yo”, y luego: “No, yo soy el presidente Onganía; Illia fue derrocado, yo no fui derrocado; él tenía ideas radicales, yo tengo bigote”. Los vandoristas apoyaron el golpe de Onganía, que al fin y al cabo se llamaba Juan como Perón, era militar como Perón, y no era Perón. “Y si nos defrauda, crearemos el Onganismo sin Onganía”. Para intervenir la Universidad, Onganía envió a militares que entraron sin dar examen de ingreso montados en caballos que ni habían aprobado la primaria, y expulsaron a golpes a las autoridades, los estudiantes y todo aquel que pareciera saber algo. “La Noche de los Bastones Largos” o “... de
los Cerebros Cortos”. En 1969 se le quitaron al peso dos ceros, que era lo único que le quedaba, y se lo llamó “Peso Ley”, nombre mucho más distinguido que “Peso Basura”. “El Cordobazo fue una muestra de que el gobierno sabe interpretar el sentimiento de la gente, y reprimirlo”, dijo un falso oficialista.
Aparecen los guerrilleros: algunos grupos se llamaban parecido: FAP, FAL y FAR, con lo cual era frecuente que un acto de un grupo le fuera adjudicado a otro; los únicos que se diferencian son los Montoneros, secuestrando y matando a Aramburu.
En 1970 cayó Onganía, y el país estuvo varios días sin presidente sin que por eso haya variado demasiado la vida cotidiana; fue el mismo caos de siempre pero no había gobierno a quien echarle la culpa.
El gobierno de Levingston se caracterizó por una peculiaridad: no era de Levingston. El podía hacer lo que quería, para eso era el presidente, pero nadie más hacía lo que él quería. En 1971, Lanusse asumió la presidencia y, al revés que Levingston, él no hacía lo que quería, pero los demás sí.
Se levantó la prohibición a los partidos políticos. Peronistas y radicales conformaron “La Hora del Pueblo”, un pacto democrático para respetar el resultado de las elecciones, las ganase el PJ o el PJ.
El peronismo formó el “Frecilina”, frente con nombre de antibiótico, por eso lo cambió a Frejuli. Lanusse llamó a elecciones para marzo del ‘73 y anunció que el ganador asumiría el 25 de mayo, y que, además del peronismo, iba a haber un montón de partidos lindos para votar. El 22 de agosto, en Trelew, la Patagonia revalió su a podo de “trágica”. El 11 de marzo de 1973, Cámpora ganó las elecciones con el 49,5 por ciento de los votos, el 25 de mayo asumió, y el 12 de julio renunció, no sabemos con qué porcentaje de los votos.
En septiembre, Perón ganó con el 100% de los votos (ya que todos votaron por él, o contra él). El 1º de julio de 1974 murió Perón, y encima sube Isabel al cargo de primer mandatario, quedando para López Rega el
de primera dama. La Argentina adquirió la clasificación Triple A, en materia de país violento y asesino. Muchísimas personas tuvieron que irse del país para no irse del mundo. Comenzaba así el “deperonismo” bajo el gobierno de la presidenta De perón. En junio del ‘75 ocurrió lo conocido en el diccionario de
aberraciones nacionales como “Rodrigazo”: se devaluó el peso un ciento por ciento, se congelaron los salarios y se liberaron los precios. El dijo que quería “sincerar” la economía y en efecto, la sin-ceró: le sacó al peso todos los “ceros” y el pobre “1” se quedó solito. El 24 de marzo, Isabel De perón fue nombrada ex presidente. Ante el desastre que había sido su gobierno, los militares decidieron mejorar la imagen de la ex presidenta demostrando que todo podía ser mucho peor. La Junta de Comandantes, Videla, Massera y Agosti, eligió presidente a Videla, y como ministro de Economía a José A. Martínez de Hoz, no encontraron a nadie peor: “La Argentina jamás puede ver una injusticia, por eso mira para otro lado”, parece ser el lema de esos tiempos. Parafraseando a Sarmiento, “Las ideas no se matan, pero los que las piensan, eso es otra cosa”.
El gobierno creó el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), y como ceremonia inaugural fue asesinado su primer responsable. Se instrumentó la circular 1050, el que había pedido un crédito para comprar un departamento de un ambiente, debía dos palacios y tres quintas.
El Mundial de Fútbol se realizó en la Argentina. En la final, contra Holanda, Argentina gana 3 a 1, para alegría de los taiwaneses, que habían fabricado millones de banderitas, gorras y vinchas celestes y blancas.
Hubo un conflicto limítrofe con Chile. Antes de fin de año apareció la mediación papal, que ambos presidentes de facto aceptaron, porque se trataba de genocidas muy creyentes.
Una comisión de la OEA vino a ver si en la Argentina se respetaban o no los derechos humanos y tuvo la mala suerte de caer por acá justo para la época del Mundial Juvenil de Fútbol, que se jugaba en Japón, con lo cual gran parte de la población estaba ejerciendo uno de los pocos derechos que tenía: ver los partidos.
En 1980 quebró el BIR y dejó con el tujes mirando pa’l norte a un montón de ahorristas, sobre todo a los que habían ahorrado en divisas del norte. Las empresas se endeudaron: utilizaban un sistema crediticio no muy conocido en el resto del mundo, pero habitual en la Argentina neoliberal, llamado “Any asshole will bleed”, “de algún trasero saldrá sangre”). Muchos lo dicen sin darse cuenta de que se trata del trasero propio. El dólar estaba especialmente barato: 0,75 dólares cada uno.
Se reconstruyó la CGT y como secretario general fue designado Saúl Edólver Ubaldini, porque nadie más aceptó o porque nadie tenía un nombre más extraño para la colección de la CGT, que ya había sido regida por un “Casildo” y un “Adelino”. Un argentino vinculado a los derechos humanos, Adolfo Pérez Esquivel, obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Los militares se enfurecieron: “¡Ahora vamos a crear el Premio Massera
de Literatura!. ¿Qué van a pensar de nosotros? ¡Van a creer que somos maricones, que nos dan el Nobel de la Paz!”. Galtieri, el nuevo comandante en Whisky del Ejército, aseguró: “Las urnas están bien guardadas”. Videla dejó su cargo de presidente nefacto. Viola devaluó el peso un 30 por ciento. “En realidad hubiéramos querido devaluar el dólar, pero Estados Unidos no nos lo permite”.
La Argentina tenía una deuda externa “de la sanputa”, según la calificación de los bancos internacionales. Un funcionario del Estado, Domingo Cavallo, evaluó la manera de salvar a los particulares, quedándoles a los particulares la tarea de pensar cómo salvar al Estado, si querían.
En 1982, Galtieri estrenaba rango: jefe de estado de ebriedad, perspicaz más allá de las copas. Galtieri se dio cuenta de que su plan político era apenas más popular que su plan económico –que no le gustaba a nadie–. Entonces, se planteó dos posibilidades: un desfile, o bien una guerra. Y le pareció que con una guerra podía hacerse más famoso.
El 2 de abril de 1982, tropas argentinas tomaron las Malvinas sin disparar un solo tiro, pero recibiendo unos cuantos. A los ingleses esto no les gustó nada. Para ellos, las islas no valían un centavo, pero era un centavo de ellos, y eran capaces de gastar una fortuna en recuperarlo. La Argentina confiaba en el apoyo de los Estados Unidos, y lo tuvo, Estados Unidos apoyó... a Inglaterra.
La guerra duró hasta mediados de junio, con visita del Papa incluida. La gente ponía plata en el Fondo Patriótico, que se parecía al Fondo Monetario en que cuanta más plata pusiera uno, más plata faltaba.
El nuevo presidente nefacto se llamaba Bignone. Le sacó cuatro ceros al Peso Ley –con lo cual ya iban seis ceros en total– y creó el “Peso argentino”. Que equivalía a 10.000 pesos ley, o a un millón de los pesos moneda nacional. Pero como la moneda nacional ya no valía un joraca, los “argentinos” valían “un millón de joracas”, lo que no es mucho. Y llamó a elecciones.
Raúl Alfonsín, de la UCR, demostró que se sabía de memoria el preámbulo de la Constitución, lo que es mucho más que lo que pueden decir otros. Y ganó. Los militares propusieron olvidar el pasado, el presente y el futuro, y que sólo se tuviera en cuenta el imperativo. En 1985, se realiza el Juicio a los ex comandantes, a quienes la Justicia militar había declarado inocentes, invisibles, insípidos, incoloros e inodoros. Le sacaron otros tres ceros al Peso argentino. Los radicales confiaban en ganar las elecciones del ‘85 a Diputados gracias a los errores del PJ en el gobierno, sin tener en cuenta que en el gobierno estaban ellos (error muy común entre los radicales). En la Semana Santa de 1987, algunos militares decidieron maquillarse antes de ir a declarar, y se pintaron la cara con betún.
Alfonsín anunció que “la democracia no se negocia” y les exigió que se sacasen el betún de la cara. Ellos aceptaron la obediencia debida. Se empezaba a hablar de “privatización”, que consistía en que los servicios que hasta entonces no brindaba el Estado, no los brindasen empresas privadas.
Para las elecciones del ‘89, Menem organizó una gran comida de ñoquis; Cafiero propuso: “Con el peronismo unido, el ‘89 es pan comido”, los peronistas prefirieron los ñoquis al pan comido.
El ‘89 fue el año del norepismo, o sea, del peronismo al revés: Tablada, el estallido del Plan Primavera, la hiper, los indultos. No faltó nada.
El dólar volvió a subir, de 650 a 1800 australes, con lo cual renunció el ministro de Economía, pero no le aceptaban la renuncia salvo que fuera en dólares.
No había paros generales, porque el gobierno era del PJ, y según el Manual del Sindicalismo Básico, “si gobierna el PJ está todo bien, aunque esté todo mal”. En 1990, Erman González se hizo cargo del Ministerio de Economía: ¡el clima de suspenso pasó a ser de terror! Por el “Plan Bonex”. Los plazos fijos de más de un millón de australes se cambiaban por Bonex, Bólex o Boludex. Se puso de moda el “tiempo compartido”, con lo cual muchos argentinos, que antes no podían salir ni un minuto de vacaciones, ahora podían compartir diez minutos enteros, siempre que fuera en temporada baja.
Como la Corte Suprema tenía sólo cinco miembros, el gobierno decidió ampliar el número de jueces, para que la Justicia fuera no necesariamente más rápida, pero al menos más afín.
Aerolíneas no es más Argentinas. El Estado se deshace de las empresas que le daban ganancias: “Así le damos más lástima al FMI y nos presta plata”. La era del shopping, el lifting, el zapping, el curring y el zafing ha comenzado con todo su vigor. En 1991 apareció de nuevo el peso, pero no el de antes, sino otro. Valía 10.000 australes, o sea 10.000.000 de pesos argentinos, o sea 100.000.000.000 de pesos ley, o sea
10.000.000.000.000 de pesos moneda nacional. O sea, 1 dólar...
Menem vendía todo lo que Perón había comprado, a los efectos de tener más lingotes de oro en el banco, que la gente tropezara con ellos y que el Estado los usara para volver a comprar todo una vez más... y ser tan peronistas como antes y todos contentos.
En 1992 se generalizó el uso del CUIT y las facturas. Los contribuyentes (cariñosamente llamados “boludos”) fueron clasificados en “responsables inscriptos (boludos inscriptos)”, “responsables no inscriptos (boludos no inscriptos)”, “no responsables (boludos a secas)” y “exentos (boludos que zafan)”.
En 1994 aparecieron las AFJP, especie de Internet jubilatoria ya que uno deposita allí sus aportes y después no sabe si son reales, virtuales ni dónde están en realidad.
El 18 de julio, los atroces y aberrantes volvieron al ataque y volaron la sede de la AMIA. El gobierno hizo llegar un mensaje de condolencias a Israel, tal vez porque tenían mal la dirección de AMIA, que no queda en Tel Aviv, sino en Pasteur y Viamonte, ciudad de Buenos Aires.
En la guerra entre el Perú y Ecuador, la Argentina fue neutral, por eso le vendió armas a Ecuador y excusas al Perú. Ecuador protestó: “Las armas argentinas no son famosas por su eficiencia, sino todo lo contrario, mientras que las excusas argentinas son reconocidas mundialmente”.
En mayo de 1995, Menem obtuvo el 50 por ciento de los votos para presidente y también para vice, aunque ésos se los dejó a Ruckauf. Menem prometió crear muchos puestos de trabajo, en Taiwán.
En 1999, De la Rúa ganó las elecciones a presidente con la mitad de los votos, y Duhalde las perdió con la otra mitad; una parte de esa otra mitad lo votó a Cavallo, quizá porque no recordaba que había sido funcionario de la dictadura, o porque sí lo recordaba.
En el 2000 el mundo se vuelve “puntocom”, o el “puntocom” se vuelve mundo. Lo virtual es cada vez más real, y lo real es cada vez más virtual. Uno puede comprar libros en librerías que no existen, y ganar fortunas vendiendo portales al futuro, tener relaciones cybersexuales y estar casado con alguien a quien no conoce.
En octubre de 2000 renunció el vicepresidente en medio de acusaciones de corrupción, no hacia él sino hacia otros funcionarios. En la Argentina “el que denuncia, renuncia”.
Durante el 2001 hubo blindaje, megacanje, baja de sueldos y todo tipo de supositorios. El trasero nacional soportaba distintas recetas, pero al final estalló. El presidente De la Renuncia ruó.
El 1º de enero de 2002 asumió el nuevo presidente Duhalde, perdedor de las elecciones del ’99. La historia le “daba por ganada” la revancha, sin necesidad de jugarla. En el 2002 hubo devaluación, pesificación, corralón, manifestación, recesión, represión, inflación, desocupación, desesperación, decepción y resignación: pasaron tantas cosas, que en un solo año parece que transcurrieron como diez, pero para atrás.
En las elecciones de abril del 2003 hubo tres candidatos justicialistas, y también hubo tres candidatos de origen radical.
Menem salió primero con el 24% de los votos, pero renunció, a pesar de que las encuestas decían que en el ballotage iba a obtener un 90% de los votos: 20% a su favor, 70% en su contra.
Del 2003 al 2010 hubo de todo, piquetes, paquetes y paqueterías. Todas las sojas fueron del viento, unos tomaron el Bondi y otros el Boden. La sociedad Rural se autodenominó “el campo” y cortó las rutas argentinas. Cristina Fernández se convirtió en la primera mujer presidente electa, o presidenta.
Mauricio Macri se cansó del jingle “la Boca se inundó” y lo extendió a toda la capital, pero no vamos a hablar más de este momento histórico, porque todavía está sucediendo.
Llegamos así al Bicentenario. Tenemos 200 años, pero... quizá de puro coquetos, nadie nos da más que 120.

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